miércoles, 17 de agosto de 2011

La responsabilidad y la toma de conciencia


En 1979 Hans Jonas publicó El principio de responsabilidad, en donde instaba al lector a: “Actuar de forma que los efectos de tus actos sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica”.  Esta definición del concepto de responsabilidad cobra un significado relevante cuando asistimos a la transformación de estructuras socioeconómicas basadas en un crecimiento continuo, cuya finalidad (aún hoy difusa) ha demostrado no ser precisamente la búsqueda del bienestar común. Esta cultura se ha propagado a través de las fronteras y desde ella hemos ido alimentando la creencia de que la prosperidad se basa en la posesión de capital. Así, damos sentido a nuestras vidas en función de cuánta materia hemos sido capaces de acumular, desconectándonos entre nosotros (pueblos, personas, organizaciones), agotando los recursos naturales. Nos comportamos de este modo porque todos lo hacen, sin cuestionarnos nuestra cuota de responsabilidad.
Instalados en la queja, hemos apagado la conciencia y nos hemos acostumbrado a dejarnos llevar por las circunstancias externas, que marcan (así lo creemos) no sólo el ritmo de nuestra existencia individual sino de las sociedades a escala global. Siempre hay alguna excusa, algo por encima de nosotros que nos “condiciona” a tomar o no tomar decisiones: la familia, la dirección de la empresa, los gobiernos, las entidades financieras y, últimamente, los mercados (¿qué serán los mercados?). Delegamos constantemente la responsabilidad de nuestros actos en entidades (muchas veces no identificables) contra las que nos sentimos impotentes.
Pero detrás de todas estas pantallas, la elección sigue siendo nuestra. Somos responsables de cómo nos conducimos en el día a día, del impacto que nuestras acciones y palabras causan en el entorno, del legado que transmitimos a nuestros hijos, de lo que aportamos o no a nuestra actividad profesional, de lo que podemos disfrutar y aprender de ella.
Tanto tiempo poniendo la responsabilidad fuera de nosotros mismos tal vez nos ha hecho pensar que así resulta cómodo, que la responsabilidad es como un peso, algo no deseable, mejor que se encargue otro. Nos hemos olvidado de que una persona que se sabe responsable de sus actos sopesa de antemano las consecuencias y tiene, por ello, capacidad de elección. Esa elección individual, reflexiva, nos hace libres, libres para ser y para desarrollar nuestros potenciales internos. La clave está justamente en ir retomando toda la amplitud de nuestra conciencia.
Para ello, proponemos hoy, como punto de partida, este ejercicio a fin de mejorar nuestro nivel de autoconocimiento. Sentémonos a buscar dentro de nosotros, dediquémonos un espacio a descubrir cuál es nuestro deseo profundo de contribución con la Vida y a analizar con qué limitaciones nos encontramos a la hora de materializar este propósito. La identificación de nuestra auténtica meta personal nos ayudará a sentar las bases de un camino profesional y vital nuevo, desde la responsabilidad y el compromiso, desde la autenticidad y la voluntad, sabiendo a dónde queremos ir, qué necesitamos para cumplir con la ruta que hemos elegido, con qué obstáculos nos encontramos, qué hacemos para superarlos.
Para todas aquellas personas que así lo deseen, el miércoles 17 de agosto nos reuniremos nuevamente en torno a La Máquina de Café y compartiremos estas y otras reflexiones.

jueves, 7 de julio de 2011

RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL, RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL


En plena época de renovación social, las organizaciones están perfilando el camino por el que definir su papel dentro de esta red que nos conecta a todos, el Sistema, formado por las relaciones que establecemos los unos con los otros y con la naturaleza de la que somos parte. Hemos comprobado que en esta inmensa malla, el movimiento de cada uno de sus elementos genera un impacto sobre los demás y que la clave para su funcionamiento sano, sostenible, reside en la interdependencia: la dinámica de ser mutuamente responsable y de compartir unos valores comunes, desde la independencia emocional, económica, moral de cada uno.
 Atrás estamos dejando los postulados del liberalismo salvaje que nos ha llevado a un modelo socioeconómico bulímico, poniendo en peligro la misma supervivencia. Hoy asistimos a la quiebra de un planteamiento de negocio exclusivamente centrado en valores económicos, en donde las empresas se servían de la sociedad y el entorno para incrementar sus ingresos, sin compartir la ganancia más allá de los consejos de administración.
Este paradigma económico permitió la formación y propagación por todo el mundo de grandes corporaciones que entendían el beneficio exclusivamente en función del aumento en sus cifras. De este modo, con el fin de asegurar un crecimiento continuado, muchas compañías con implantación multinacional se vieron “obligadas” a  transgredir valores éticos, generalmente en países terceros, a través de la ejecución de medidas empresariales ilegales en sus lugares de origen. Pero estas prácticas fueron saliendo a la luz, generando escándalo entre los clientes; de modo que, a partir de los años 80 del s. XX estas grandes corporaciones empezaron a promover actividades y medidas sociales que sirviesen para lavar su imagen ante la opinión pública,  de paso que les reportaban ventajas fiscales.
Rastreando en los antecedentes, podemos comprobar que el origen de la RSE está íntimamente conectado al márketing y el beneficio económico de las organizaciones; en este sentido es interesante comprobar a qué sectores pertenecían y qué tipo de empresas fueron las pioneras en buscar la difusión de sus actividades sociales. Teniendo en cuenta su punto de partida, no tan social y responsable, la RSE ha tenido que apoyarse en certificaciones para ganar credibilidad aunque, debido a los parámetros que se han de contemplar en los análisis (diversidad de ámbitos, diferentes legislaciones en cada país), estos estándares no han podido extenderse a nivel global.
Pero, si la responsabilidad es la “capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente” ¿puede realmente una parte externa) dar fe de que una organización es responsable en su comportamiento interno? ¿Se puede certificar que esta capacidad se hace efectiva en todos los casos, antes incluso de que se produzcan lo hechos por los que la organización ha de responder? Hemos mencionado que no se ha podido establecer un estándar de RSE a nivel internacional; por tanto, con las herramientas existentes en la actualidad, los organismos de certificación tampoco lo tienen fácil para discernir qué empresas se comprometen realmente con la RSE y cuáles tan sólo cumplen con el expediente. Eso no quita que los organismos certificadores dejen de buscar un método fiable para aterrizar un estándar que realmente pueda calibrar el grado de responsabilidad de una organización. Una cosa es SER responsable y otra montar una estrategia de RSE pero ¿cómo integrar con autenticidad el valor de la responsabilidad en el seno de las organizaciones?
Las organizaciones, como sistemas, son entidades vivas, constituidas por personas que se relacionan entre sí con un objetivo común. Es precisamente en todas y cada una de las personas que forman las empresas donde se encuentra la clave una responsabilidad verdaderamente integrada. A ese nivel de nada sirve un esquema de RSE si en el interior de las personas no hay un motor, un propósito que le dé sentido a su trabajo diario. Porque al hablar de seres humanos no hay más medida que uno mismo: si el ser humano no funciona las organizaciones, formadas por seres humanos, tampoco funcionan. Ante esto sólo cabe un cambio real de paradigma, que comienza por la toma de conciencia individual: saber qué quiero hacer, qué vengo a aportar, actuar en consecuencia y responsabilizarme de mis actos.
A su vez, las organizaciones deben comprometerse a dar espacio a sus personas, a dar una comunicación clara de propósito y valores organizativos, a actuar siendo coherente con ellos en todos los casos, a reconocer la labor de cada trabajador implicado en la empresa  y alimentar la visión sistémica de la organización. Aquí la responsabilidad empresarial radica en afinar su selección de personal (para asegurarse de que todos se identifican bien con el propósito y los valores que conforman la cultura organizativa) y en el respeto por las personas, con el fin de activar una sana reciprocidad que permita la sostenibilidad del proyecto desde su principal recurso: el ser humano. La responsabilidad total no es posible sin un respeto total.
Esa responsabilidad de las personas es lo que da cohesión a la sociedad, dota de cuerpo a las organizaciones y permite un desarrollo sostenible de la empresa, poniendo sus logros al servicio del Sistema, la gran malla natural que le da vida, que hace posible su existencia.
La Máquina de Café, 22 de junio de 2011
(“La responsabilidad empresarial: ¿una buena opción para organizaciones excelentes?”)

sábado, 25 de junio de 2011

Cambio en las organizaciones

En los últimos tiempos he podido reflexionar y compartir con otras personas (colegas y amigos) sobre la necesidad de un cambio profundo en las personas y sus organizaciones.


Tenemos un problema a nivel global, por el mal uso que hemos hecho de los recursos, de la economía y por la forma como nos hemos integrado en la sociedad; pero ante este panorama hay esperanza y una voluntad de acción por parte de muchas personas que se han hecho conscientes que desde lo que le toca y hasta donde pueden llegar ( según sus potencialidades) eligen dejar su huella en organizaciones éticas y sostenibles.


Estas personas saben en el fondo que su verdadero propósito es preparar a las próximas generaciones con su ejemplo de acciones coherentes, para que puedan tomar decisiones justas, que nos lleven a un mundo mejor y más consciente de lo que cada uno aporta al sistema.


Esta nueva visión incluye a hombres y mujeres que han sabido integrarse de forma armónica como quien toca una melodía que une y combina sonidos diferentes y simultáneos, pero acordes para la felicidad de quien la escucha.  Porque son conscientes de que ambos son interdependientes y han comprendido que la realidad siempre es cuestionable, que es necesario observarnos e ir hacia dentro de nosotros mismos para encontrar la verdadera esencia y ponerla a favor de la sociedad.


Para luego desde las organizaciones (espacios donde pasamos una gran parte de nuestra vida) podamos desarrollar nuestro potencial desde la responsabilidad y la honestidad, porque los tiempos demandan que nos involucremos y accionemos ya para cambiar la situación.

Una buena forma de empezar es preguntarnos en nuestro interior ¿Qué es lo que quiero dejar de legado hoy a las siguientes generaciones? , y partir de allí poner nuestra voluntad a favor de esto.

jueves, 23 de junio de 2011

Hombres Conscientes.

Quiero compartir con vosotros el video que sirvió como despedida y cierre definitivo de la II Jornada Woman in Business 3.0 año 2011. 

Se proyectó el vídeo Dear Woman (Querida Mujer) de los profesores Gay Hendricks y Arjuna Ardagh, creadores de la plataforma Conscious Men (www.consciousmen.com) y reconocidos autores de libros de desarrollo personal y organizativo en los Estados Unidos. 

Este corto está basado en el Manifesto for Conscious Men (Manifiesto para hombres conscientes), un documento elaborado de forma colectiva por un grupo de hombres que dan tributo a los dones del principio femenino como equilibrio a aquellos que presenta el principio masculino. Este documento reconoce los miles de años de dominación del poder masculino y ofrece una disculpa a la represión ejercida sobre las mujeres, inspirando un nuevo comienzo en que el equilibrio y el respeto mutuo entre hombres y mujeres permita la evolución de nuestro Mundo.
Qué lo disfrutéis!





miércoles, 22 de junio de 2011

II Jornada Empresarial Woman In Business 3.0.


Por segundo año consecutivo ha sido posible organizar la Jornada Empresarial Woman in Business 3.0., gracias al apoyo organizador de BIC Galicia; el día18 de mayo de 2011 estuve presente en la mesa institucional como responsable de Arquetipos Consultores y empecé mi participación con una reflexión que quiero compartir aquí.

“Durante siglos el hombre ha tenido el rol de proveedor en las diferentes estructuras sociales, y la mujer ha tenido el rol del cuidado de la familia y de gestionar los recursos que el hombre traía, esta complementariedad de roles sustentaron las estructuras socioculturales durantes siglos; esto trajo como consecuencia que el hombre fuera el encargado de configurar los modelos organizativos fuera del entorno familiar, y dado su carácter de garantizar el sustento estos modelos estuvieron centrados en la generación de materia y la ampliación constantes de limites.

Sin embargo, en el siglo XX las mujeres salieron del territorio interno de la casa, y con mucha voluntad y esfuerzo consiguieron hacerse lugar en un territorio externo y aprendieron a moverse en estos; este camino demandó para las mujeres que adoptaran valores sociales que eran atribuidos a los hombres y renunciaran a su esencia como mujeres. Afortunadamente, hace unas décadas las mujeres tomamos consciencia de que no solo no era necesario adoptar esta postura, sino que nos dañaba (tanto a hombres como mujeres) y que además generaba un desequilibrio en el modelo sociocultural; entonces decidimos que podíamos retomar nuestra esencia de mujer dentro de las estructuras socioculturales porque el hombre y la mujer son parte de un mundo dual, cuyas polaridades integran una misma naturaleza equilibrada; comprendimos que lo natural era mantener el equilibrio para dar continuidad a la Vida.

Mantener la dualidad de forma desequilibrada sin integración, es un comportamiento que se ha intentado mantener en nuestra cultura occidental, promoviendo que las personas vivan desde un solo enfoque: la supervivencia. Cuando en realidad conviven en nosotros dos sistemas que condicionan nuestra percepción: uno que está orientado a mantener la preservación a través del control y la estabilidad, otro que está orientado a dar continuidad a la creación a través de la imaginación y de la capacidad de adaptación, estos sistemas se alimentan de las experiencias de vida que se nos presentan, de nuestros valores, creencias, educación, el género, la sociedad, la economía y la política, y según como sean integradas estas experiencias estarán o no equilibrados.

Este desequilibrio se ha alimentado a nivel social, porque la realidad ha sido presentada en hechos fragmentados, que de forma premeditada han sido relevados y visibilizados; no permitiendo ver el contexto donde se ha generado dicha realidad para tener una visión global de lo que sucede. Para confirmar este hecho solo hay que ver la forma como los telediarios nos ofrecen la información cuando hablan de la situación económica actual; o la forma que tenemos de hacer ciencia donde solo estudia un porción de la naturaleza para intentar reducir el funcionamiento de todo un ecosistema a una porción, donde posiblemente no todas sus variables son reproducibles.

En la economía sucede lo mismo, se ha fragmentado la visión a tal nivel que no han tenido en cuenta que tenemos recursos limitados, porque nuestro entorno es finito; y que el crecimiento ilimitado tal y como lo concebía el modelo tradicional organizativo, realmente no es posible, sin tener consecuencias graves para la sostenibilidad de nuestro ecosistema. Esta desconexión de la realidad ha tenido como consecuencia que nuestros modelos de negocios solo se hayan basado en valores de tipo económicos (una visión parcial), desvirtuando el concepto de éxito hacia el hecho de acumular materia y no al hecho de obtener los mejores resultados posibles para todos y que sean perdurables en el tiempo.

Basarnos en esta realidad fragmentada merma nuestra consciencia sobre la capacidad de elegir que tenemos, y por consiguiente, nos impide ver las verdaderas consecuencias de nuestros actos, porque no somos capaces de observar los limites de la sostenibilidad de forma global, para diseñar estrategias que realmente nos conduzcan a un modelo de organizaciones basada en un justo equilibrio entre valores éticos, emocionales y económicos. Hasta hace poco han prevalecido los modelos de organizaciones basadas en valores netamente económicos, y que cada día se desmoronan ante nuestros ojos; un buen ejemplo es la caída del sistema financiero gracias a esa falta de valores éticos y emocionales presentes en las organizaciones y en la sociedad en general.

Y cuando me refiero a valores éticos, hablo de organizaciones que son conscientes de las consecuencias que generan en su entorno y obran coherentemente con los valores que profesan; sin dobles intenciones y buscando el bienestar común. Organizaciones que también tienen valores emocionales, ya que promueven el desarrollo emocional y espiritual de las personas, porque son conscientes de que forman parte de un sistema, y que si cada persona que conforma el sistema está sana, el sistema está sano.

Las mujeres luego de su recorrido por el mundo de las organizaciones con valores exclusivamente económicos se han hecho conscientes de la necesidad de integrar valores éticos y emocionales en la forma de dirigir; valores que era desarrollados en los territorios interiores de las estructuras socioculturales, que tal como lo hemos dicho era un territorio tradicional de la mujer; por ello, hoy es necesario que sean visibles para que con los hombres puedan desarrollar este modelo organizativo más justo y armónico, porque los hombres con toda su experiencia también son conscientes de que se necesita un equilibrio.

Por ello, el planteamiento de la Jornada Empresarial Woman In Business 3.0 del año 2011, es un llamado a la consciencia de la mujeres y hombres presentes en las organizaciones de que necesitamos un cambio profundo, reconociendo las falacias de nuestras creencias y poder mirar el mundo con otros ojos. Es un llamado a la integración de las personas sin distinción de géneros, en un modelo de organizaciones que una lo mejor de sus talentos y cualidades para generar otro concepto de riqueza más justo cuyo objetivo sea mejorar las vidas de las personas, respetar el medio ambiente y andar el camino de excelencia."

Y estas fueron mis palabras para dar inicio a lo que vivimos el día 18 de mayo de 2011, en donde compartí mi propósito y sueño de que las organizaciones integren lo mejor de las personas en valores que nos ayuden a dejar el mundo mejor que como lo encontramos.