CRÓNICA DE UN DÍA DE CONDUCCIÓN BAJO RIESGO
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un taller sobre conducción en situaciones adversas. Realmente fue una experiencia increíble y de aprendizaje interesante que me hizo llegar a algunas conclusiones.
Mi primera conclusión es que realizamos la labor de conducción, sin tomar conciencia del acto que estamos realizando poniendo en peligro nuestra vida y la de los demás.
La siguiente conclusión es que en caso de una emergencia, por ejemplo una curva cerrada con obstáculos o un deslizamiento por hielo, reaccionamos según lo aprendido y practicado día a día. Si a esto le sumamos que tenemos errores en nuestro modo de conducir, las posibilidades de salvar la situación sin perjuicio disminuyen.
También aprendí lo importante de la vista, porque hacia donde dirijo mi mirada es hacia donde dirijo el coche. Cuando conducimos y deslizamos el coche, la mirada nos puede salvar de la situación.
Otra conclusión es lo poco que conocemos la máquina que llevamos en nuestras manos y cuales son sus herramientas para atender determinadas situaciones.
Y estas conclusiones automáticamente me hicieron reflexionar sobre la forma como nos comunicamos, y los paralelismos que existen entre el conducir y la comunicación.
La comunicación al igual que conducir lo hacemos de forma inconsciente al considerarla un acto mecánico. Por consiguiente, todos los días estamos poniendo en peligro nuestras relaciones. Una colega siempre dice que cuando la comunicación sucede es porque se ha realizado un milagro y yo coincido con ella.
En caso de una emergencia (en este caso un conflicto) reaccionamos igual de inconsciente, empeorando la situación desde el punto de vista comunicacional. Se necesita tener la atención suficiente (la mirada centrada en el objetivo) para poder atender el conflicto de forma adecuada y lograr un ganar-ganar para todos los implicados.
La mirada también es importante porque muchas veces accedemos a la comunicación sin tener muy claro nuestro objetivo comunicacional, desviando la mirada hacia otro objetivo menos importante.
Luego no somos conscientes de nuestras herramientas comunicacionales, ni conocemos como es el proceso de comunicación, para reconocer donde tenemos que mejorar o desarrollar nuestras habilidades de comunicación.
Afortunadamente, mi última conclusión en este taller es que al igual que puedo aprender o mejorar mi forma de conducir, también puedo aprender o mejorar mi manera de comunicarme.
¿Quien se apunta conmigo?
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